sábado, 22 de octubre de 2011

Terapias complementarias: hidroterapia e hipoterapia

Las terapias complementarias son aquellas opciones que facilitan el desarrollo de los niños con discapacidad pero que son difíciles de mantener en el tiempo por la logística que requieren, el coste económico o porque hay que realizarlas en espacios muy específicos fuera del colegio (con lo que implica en transporte e inversión de tiempo).
Las que más utilizamos en el Centro Fernando Arce son la hidroterapia (terapia en piscina) y la hipoterapia (terapia con caballos).
La descripción de cada una de ellas merece unos posts específicos pero, en general, es importante tener en cuenta que son actividades muy especiales que no forman parte del contexto escolar en el sentido genérico.
Se utilizan cuando es muy difícil conseguir los objetivos propuestos en el entorno aula o en el entorno colegio y el número de alumnos que pueden participar está restringido a un porcentaje del total (en la hipoterapia un 10% y en la hidroterapia un 50% de nuestros alumnos).
Es por esta razón que cada curso se hace una selección de los candidatos idóneos en función de sus necesidades y comparadas con las necesidades de los demás. Es una decisión técnica aunque razonada en la que solicitamos a las familias comprensión y confianza para asumir que algunos cursos sus hijos participarán en la actividad dentro del horario escolar y en otros no.
Siempre quedará la opción de que si una familia considera importante estas actividades y su hijo no ha sido seleccionado para realizarlas en horario escolar, podamos (los profesionales del colegio) facilitarle la información, asesoramiento y coordinación para que pueda acceder a estas experiencias fuera del contexto del colegio.

viernes, 14 de octubre de 2011

La importancia del sueño

El sueño es un logro que hay que conquistar en el desarrollo infantil.
En el centro escolar tenemos varios niños y niñas que se duermen por agotamiento. Suelen tener un espacio protegido en su casa en el que se mueven con libertad y seguridad hasta que caen rendidos y se duermen.
Esta fórmula, que en algunos casos es la única posible, es un signo de que el niño no puede controlar su cuerpo hasta el punto de relajarse y facilitar el sueño.
Mi impresión es que se trata de algo similar (aunque con la distancia obvia) que nos pasa a los adultos cuando nos queremos dormir. Si somos incapaces de relajarnos y llevar a la mente a un grado de serenidad mínimo, comenzamos a revolvernos en la cama y a no poder conciliar el sueño.
El planteamiento que seguimos en el colegio es crear un entorno facilitador del sueño con las siguientes características:
  • Sensorialmente. Música relajante, poca luz, sensación mullida utilizando una colchoneta gruesa, ausencia de frío y de calor, evitar oír voces o ruidos del exterior.
  • Relacionalmente. Minimizar el contacto con el adulto (para diferenciarlo del juego), se dan instrucciones sencillas, cortas e inequívocas (no puedes salir de la colchoneta, ahora no es momento de jugar, no se puede hablar).
  • Físicamente. El entorno debe estar preparado antes de que el niño llegue (para que no vea el movimiento de la preparación), si se distrae mucho se le pude bloquear parte de lo que ve poniendo obstáculos delante (que duerma junto a una pared y con bloques de espuma alrededor).


Se intenta esto durante cinco o siete días tratando de modificar lo que se nos vaya ocurriendo (a veces necesitan un objeto que les de seguridad como una tela o un chupete, silencio en vez de música o una ausencia casi total de luz...) y si no hay ninguna mejora, se aplaza el planteamiento hasta otra época en la que quizá pueda comprender mejor las instrucciones o se deje llevar sin rebelarse por las pautas del adulto.
Si se consigue que el niño pueda estar tranquilo y sin moverse sin limitaciones físicas (como podría ser un parque infantil o una sábana fantasma) es que habrá adquirido la capacidad de serenarse antes del sueño, lo que significa un grado de maduración corporal y motriz muy interesante.